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16 ¡Oh Señor, buena es tu disciplina y ella conduce a la vida y la salud! ¡Ay, sáname y haz que viva!

17 »Sí, ahora lo comprendo: fue bueno que yo padeciera esta amargura, pues amorosamente me has librado de la muerte, has perdonado todos mis pecados. 18 Porque los muertos no pueden alabarte, no pueden rebosar de esperanza y gozo.

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